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Ramón Alemán
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La Leyenda del Cazador?
(Dedicada a los Cazadores de Confluencias)
Los primeros rayos de sol,
anuncian con su resplandor la llegada de un nuevo dia.
Los pajaros, en alegre algarabia,
vuelan de cara al viento,
que con la dulzura de su fresco aliento,
otorga el consentimiento,
a la noche su retirada.
Del arroyo el agua clara canta y cuenta su val?a,
invitando al Cazador a libar de su legado,
recio altanero entusiasmado,
que a la victoria acostumbrado
y del alba enamorado
varias horas antes
hace que ha despertado.
El Cazador concentrado anuda con fuerza de hombre la trenza floja de su bota rota.
Asegura el puñal afilado en la funda ciega que a su pierna abraza.
Aferrados a su chaleco los instrumentos de caza,
vieja gorra de cuero y lona que a su cabeza arropa,
escudo de tela blanca que le sirve de coraza.
"Olor a lluvia y a monte mojado.
Fugitivo sereno del amanecer llanero
que lo limpia y lo lava con su frescura.
Azul infinito es el color del cielo
y verde profundo el de la llanura".
El Cazador apura el sorbo de cafe colado
y apaga la fogata con sus ultimas gotas.
No olvida la cantimplora hermana, de la vida amiga,
y embolsa la brujula con "Viento y Rosa" de Norte llena,
fiel compañera de sus aventuras.
¡El Desafio ha comenzado!
Camina sin demora por el sendero ruin que la ruta apunta.
Avanza altivo y con el puñal a las ramas secas asusta,
dagas de palo que a su paso acechan,
sin tregua atacan y sus intenciones no disimulan.
No conoce la zona pero sabe que va en la direccion correcta. En su andar ensimismado conoce la certeza, del que por las circunstancias obligado camina sobrio y sin mucha prisa a la guerra resignado.
La emocion lo embarga pero no se precipita. Su paso es firme y decidido.
Su instinto habla y sus reflejos aguzados las trampas del camino evita.
El sol aprieta.
El calor lo sofoca y agua llueve desde su frente tosca.
Delata sus pasos el crujir moribundo de las hojas secas,
mientras las bestias aseguran ver gente loca
caminando en silencio con un morral a cuestas.
Una roca impertinente su tobillo traba y su pecho, de repente, la tierra toca. El polvo su garganta seca. Los bichos y las alimañas a su desmayo apuestan.
"La Confluencia se defiende" piensa.
"Todavia falta la vega, el pequeño barranco y la pared de piedra".
"Obstinado en su empeño continua sin dudar,
sudoroso y afanado llega a aquel lugar,
donde la vida inteligente
juega en una sola carta
la suerte que le depara
su destino singular".
Un rosal insolente cerca del cruce florece,
como marcando el punto de la contienda temprana,
coqueteandole al sol presumia su belleza,
abriendo mil petalos de carmesi y grana,
enamorando al valle con el dulce perfume
de una novia desnuda por la mañana.
De pronto,
Siete rayos de sol atacan la cara del instrumento,
velo blanco en sus ojos por incontables momentos,
rabiosos reflejos de inusitada luminiscencia,
que obligan a repetir varias veces la experiencia.
Mu?equeo, Muñequeo? es el nombre de la ciencia,
que como magica vacuna al pulso de la refriega,
rauda a la cita acude y lo asiste con diligencia.
Una espina traidora del rosal que le rodea
hiere su brazo diestro en la maniobra.
La sangre brota y abona la tierra,
que con mezquina usura intereses cobra.
¡El tiempo se acaba!, ¡La bateria flaquea!
"Ya casi" "La hora se acerca"
El Norte "muerto e' risa" la invitacion acepta,
los ceros se insinuan y la "Danza" comienza ...
Revisa y ajusta una vez mas los aparejos,
son testigos mudos y perplejos del extraño baile las criaturas,
"Un poco mas a la izquierda" "un paso atras" "dos a la derecha"
solo ?l escucha los compases de la musica que seducen a sus piernas.
Los ceros comienzan a aparecer, lentamente, rindiendose ante el impetu de su insistencia,
primero Latitud, despues Longitud, uno a uno los ceros concuerdan,
como una especie de ruleta que por su andar con demora,
al Cazador embelesado martirizan y atormentan.
Los ceros se completan y el Cazador ingravido siente que flota y en camara lenta,
se eleva en una escena en la que "el tiempo no existe" y los sentimientos se mezclan.
Sus pies ... se separan de la tierra!
Un canto celestial lo abraza y lo besa
y con cada nota que suena una a una sus heridas cierra.
Borracho de jubilo al calor de la afrenta, en un desliz fatal y con desatino, agitando su puño que le gritaba al cielo, desafiante el Cazador al infinito comenta:
"¡Lo logre!" "¡La Confluencia ES MIA!" "¡Era solo cuestion de paciencia!"
Presagiando lo que a la postre seria su condena,
un silencio de miedo invade la escena,
el Cazador por su peso cae a la tierra,
esgrimiendo inutilmente su puñal valeroso,
apuñalando al viento en un esfuerzo jocoso,
tratando de defenderse de lo que no comprendia,
las criaturas del monte en veloz estampida
corrian de espanto y se escondian.
El sol que otrora torturaba su cuello,
huye cobarde tras la negra nube que le niega con rabia la luz al cielo.
Un rayo asesino corta el firmamento
hiriendo de muerte al rosal que antes crecia
y un trueno ensordecedor rompe con viento
el extraño silencio que le precedia.
Una lluvia improbable de agua roja y granizo,
le sigue al estruendo que el trueno hizo,
castigando con saña la cumbre de pasto,
en la que todos miraban lo que ocurria.
(Risa macabra que retumba con eco estremecedor y hace temblar la tierra)
(RUMBLE, RUMBLE, TEMBLOR, RISA, TEMBLOR, RUMBLE, RUMBLE)
(Habla el gigante invisible de la Confluencia con voz gutural y aterradora)
Triste mortal que mi ira has despertado,
un dardo de oro en tu corazon he clavado,
Que me roba tu alma que antes dormia.
No comeras ni dormiras por tu osadia,
ni tendras recuerdos de tiempo pasado,
vagaras por el mundo a mi encuentro anhelado,
Buscando y llorando tu alma perdida
(Estruendo de rayo tronador que explota confundiendose con la risa que parece que se aleja)
(ZACARAP??M CAP?MMM!!!, TEMBLOR, RISA ... Risa ... risa ...)
Tan rapido como oscurecen
la nube y la lluvia desaparecen,
mostrando el rostro impavido del sol que con ironia,
mirando al Cazador se burlaba y se reia.
La Señora duerme, puedes irte,? parece que decia.
Testigos de su suerte cuentan que lo han visto en bosques y llanuras,
acampando solo, con la mirada perdida,
anudando con fuerza de hombre la trenza floja de su bota rota,
afilando el frio acero de su puñal desnudo
y revisando sus instrumentos con una furia que parece loca.
"Quien no ha sufrido esta pena ... ¡que se calle la boca!"
De tanto en tanto su mano izquierda su pecho toca,
como buscando la causa de su andar moribundo,
esquiva es la herida que a sus dedos revoca,
de las que no se ven pero que laten profundo.
Y asi vive el Cazador, dia tras dia,
casi sin comer, casi sin dormir, como una sombra impia,
murmurando sin cesar su letania,
anhelando y preparando ¡Una nueva Caceria!.
Ramon Aleman
Derechos Reservados
01 de Mayo de 2011
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